El último pétalo de la margarita le dio la razón y el escritor trazó un corazón en un árbol con la navaja, sin pararse a pensar en el simbolismo. El árbol más tarde, cansado de tener en él tantos corazones ajenos y ninguno propio, se convertiría en folios en blanco y le devolvería todas las noches el dolor, hasta que ella viniese y le enseñase papiroflexia para poder volar juntos o hacer un barco de papel y naufragar a la noche en el mar que describió Machado. El tiempo y él eran enemigos naturales, como los grillos y el silencio o como los refranes y los gatos, y con ella había encontrado el arma para matarlo de envidia al ser capaz de pararlo a su lado. Cuando éste resucitó se vengó de ellos haciendo de su separación una eternidad y como la ley del Talión, hoja por hoja, el tiempo convertido en cuervo malcriado sacó todas las hojas del poemario y arrugó al escritor, ya viejo e inservible y le tiró a un ataúd, como él había hecho antes con algún poema descartado.
Preciosa entrada(:
ResponderEliminarSuperbonita (:
ResponderEliminarEs precioso, cual cuento/historia que narra un padre a una hija para que se duerma. Pero quiero ver un final feliz de ese puño y letra, V, aunque no se estile.¡HOMBRE YA! :)
ResponderEliminarme encanta *.*
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