Me he salido un momento del laberinto de inseguridades, máscaras y etiquetas, con la indiferencia como escudo y sin necesitar espada, me he escapado del diccionario para ir a verte, Señora Inefable, para intentar pillar el tren de esta oportunidad o dejar que me pase por encima de una vez, o quizá para arrancarte las pestañas y pedir un deseo por cada una que eche de mi dedo con un suspiro. Porque quizá en el universo que creemos las estrellas pidan deseos al vernos a nosotros suicidarnos, o no se pidan deseos, o la Santísima Trinidad se calcule con la fórmula del cateto y la hipotenusa. Quizá la ciencia no exista fuera de allí y no importe a qué velocidad se cae del árbol la manzana, ni quién le dio el primer mordisco a la roja, ni si Dios era en realidad la serpiente. Quizá el paraiso huela a Martini y palomitas y el infierno aún mejor, o la gente duerma en cunetas sobre un colchón de tiza en compañía de una silueta blanca, haciendo dedo intentando volver al laberinto de los conceptos y caminos definidos. Quizá tú y yo seamos laberinto y no queramos que ningún Teseo nos moleste o tú seas minotauro y yo aventurero griego rompeparedes sin paciencia para escoger camino ni concepto.
Delirios.
Delirios.
Tú qué haces a las 7:40 de la mañana? Yo leer entradas magníficas y enormes de un tipo que escribe en un blog repleto de problemas.
ResponderEliminarBravo,
Eso que has dicho de las estrellas, lo he pensado alguna vez.
ResponderEliminarEscapas del laberinto de las inseguridades y al final vuelves a creer que sois laberinto. ¿Dos inseguros? ¿O el único inseguro eres tú?
ResponderEliminarSi has de pillar un tren, hazlo o déjalo marchar...pero nunca dejes que te pase por encima.