29.12.12

El arte de perder. Volumen 1.


La libertad debe parecerse
a no tener nada que perder.
Y nosotros somos tan poco libres
aunque no tengamos nada que perder.

28.12.12

Escrito nosécuándo y nosédónde.


Todavía seguimos pensando que tenemos nombre
y que lo que no tiene nombre no existe,
que tenemos miedo
y no es el miedo quien nos tiene,
todavía pensamos que somos que manejamos la cometa
pero seguimos temblando.

Avisadme cuando podamos dejar de correr,
si es que algún día podremos.

Todos temblaban,
pero tú temblabas mejor que nadie.

.

24.12.12

Cosa (II)


Amor a primer knock out,
a primer miédo.
(
como si hubiera otro
)

Porque hay gente que llora,
gente a la que le brotan las lágrimas
y gente que brota de entre las lágrimas,
porque hay sombras que son sombras
y sombras que son pistas de aterrizaje,
roturas con forma de hogar
y ta gueule en su boca
suena hasta romántico.

Cuando la indiferencia se hizo algo más
y un bah dejó de ser un bah
para ser un no me quieras
con dedos cruzados
entre las lineas.

Cuando alguien te encuentra por accidente
pero sin ser accidente
y se vuelve tramo;
porque hay ámbares que parecen verdes
vistos desde ciertas brújulas
y
podemos cruzar los dedos
y mentir juntos o
loquesea
pero juntos,
o
porque
sobre nosotros
tendría que escribir el miedo,
pero bah.

23.12.12

Cosa (I)


Hagamos noche en este lugar
de sobra como para.
la despensa de.
nuestros noches polares
que no son noches
ni polares
pero hasta que la persiana caiga
o hasta que ella diga
aquí dentro es de noche.

entre las colillas en los vasos a rebosar
y no hablo de optimismo
y pendientes en el suelo que me clavo,
porque no hay dolor más bonito que,
ni risa más bonita que la suya mientras.

cabrona.

la persiana inmortal
más bonita de la habitación,
o sea,
del mundo.

Por si a alguien le interesa, ahora que el libro está acabado iré subiendo textillos que tengo por ahí atrasados, descartes del libro y cosas por el estilo. Gracias por el interés a los que han notado el abandono del blog y ya iré poniendo información cuando vaya sabiendo cosas concretas del libro.

10.5.12

Ascensor.

Así fue lo nuestro. Nos montamos por casualidad y simplemente empezamos a hablar del tiempo, del tiempo que hacia que, de quién eramos sin decirnos los nombres, de cualquier cosa sin intención de subir pero subiendo, olvidándonos del ascensor, negando que quisiésemos elevarnos pero pulsando todos los botones para que la subida tardase lo más posible, porque sabíamos que después solo podríamos bajar. O quedarnos enganchados en la nube.

22.3.12

Rojo.

Todavía es Domingo. Todavía era Invierno. La escala de grises cada vez más cerca del negro y el agua cada vez más rosa, sumergido en aquella bañera, enterrado en vida bajo cuatro centímetros de agua, sus lunares controlando las mareas y los latidos haciendo rebosar el agua. Sístole, bajamar, diástole, tsunami. Oye discutir a los vecinos por las goteras, el rojo se espesa a su alrededor y en el te odio escrito en el espejo del baño. Oye su propio eco, preguntando que qué hace y a su consciencia muriendo en lo que dura una canción del Cheb, se va reencarnando en ausencia y desde allí oye a alguien intentando abrir la puerta, aporreando y rascando la puerta con uñas rojas. Oye un "no" y oye un "por qué" pero ya no puede responder con palabras. Abre la boca, sonríe y sale una burbuja. Parece que por fin ha encontrado el pinchazo.

18.3.12

Dioptrías.

Ella se pone sus gafas y lo ve todo. Ve futuro, ve arrugas en él y sus sábanas, ve despertares bajo ellas y veranos sin necesitarlas, ve tartas de cumpleaños con velas cambiantes, caras extrañas al abrir regalos y cumpleaños felices desafinados por tenerlos menos ensayados que las nanas. Ve aquí, ve allá, ve relojes que se derriten en la carretera, salta en los charcos, deforma reflejos y rompe las luces que tiemblan en ellos, pasando por encima con su recién estrenado carnet de imaginar. Ve a sus futuros hijos, se ve valiente, se deja caer hacia atrás, sabiendo que él estará para cogerle o para enseñarle que el suelo tampoco es tan duro, que incluso dormirá en él bastantes noches, en ambos ellos. Salpican los charcos. Tararea la música que sonará el día que no se casen. Vuelve a sus seis años y está balanceándose en su pupitre, dejándole chuletas a sus niños debajo de la pata de la mesa para que no cojee. Sopla las velas. Apretón de manos. Es verano, está en la playa, se refleja en sus gafas, aparta granos de arena de su entre pierna. Aletea sus pestañas. Forma un tornado que hace temblar los charcos y a ella aquel día esperando al bus antes de conocerle. Pide un deseo con la que cae en su dedo. Se besan. Susurra el deseo. Se escapa la pestaña. Se besan. Primavera y allí sigue. Aspira humo y expira nubes, se desinfla, resopla y sigue. Ve, ve, ve, ve. Ve todo, porque ella es valiente con sus gafas, pero a veces se las quita y pasa miedo. Pasamos miedo, que suena mejor.

Such a heavenly way to die 

7.3.12

Huída 9 Toma 1.

Rodando. 

La ves. La conoces. Idealizas. Te presentas. La oyes. Tiene la voz más aguda de lo que pensabas, pero está bien. Sonríe. Dientes bonitos pero no perfectos. Pelo corto. Uñas mal pintadas. Idealizas. Habláis. Habláis. Habláis. Solo piensas en hablar con ella. Las expectativas siguen altas. Además escribe. Joder. No lo hace mal. Joder. La lees. La relees. En su último texto habla sobre algo nuevo. Buscas tu nombre entre las líneas. Te encuentras. Te lo niegas. ¿Por qué iba a escribir sobre mí? No seas egocéntrico, va. Pero sí, era sobre mí. Escribes sobre ella. Más obviamente que ella, para que lo sepa seguro. Joder, que obvio te ha quedado. Seguro que lo lee y huye. Lo lee. No huye. Dice que le gusta. Habláis. Ya te imaginas todo el futuro. Casarse no, pero hijos... tengo que pensar nombres. Marta y Eloy. No, qué feos. Bueno da igual, ya decidirá ella si eso. Le cuentas algo sobre tu anterior chica, para ver cómo reacciona. Dice que ojalá os vuelva a ir bien, que dónde hubo fuego siempre queda nosequé. Mierda. Me quiere cómo amigo. Está siendo falsa. Falsa que eres, joder. Por lo menos arquea una ceja o muestra algún tic de celos, yo que sé. Serás zorra. Ojalá tuviese celos, pero no. Pasa de mí, le importa una mierda a quién me follo. Bueno, la veré como amiga. No pasa nada. Pero ¿para qué cojones quiero más amigas? Pasa un tiempo. Pasas de ella un tiempo. Te busca. Te busca. Recuerdas ciertas cosas. ¿Y si estaba siendo falsa? Quedáis. Hay tensión. De la buena. Le entras. Hace la cobra. Ni te enteras. Menos mal. ¿Película? Va. Tumbados. Se abraza. Te mueves. Se acerca. Te mueves. La aprietas. Te giras. Se gira. Beso. Beso. Beso. No dices te quiero para no asustarla, pero joder, la quieres. De la mano. Caras de tontos. Besos por la ciudad. La ciudad parece París. Viva París. Llamadas que duran toda la noche con te quieros que se caen de la boca. Se hacen cortas. Ñoñeo. Ni te reconoces a ti mismo. Regalitos. Amor puro. Mariposas en el estomago. Despertar y dormir pensando en ella. Pero nada serio eh. Está claro por las dos partes. Clarísimo. Esta vez quizá no haya que huir. Todo bien. Todo bien. Todo bien.

























Mal. Todo mal. Fatal. Demasiada calma. Me aburro. Me aburres. Aparecen los primeros defectos. Recuerdas por qué huiste otras veces. A la mierda las expectativas. Quiero quedar. No, hoy no me apetece. Ah, muy bien eh. Parece que haya que hacer las cosas por obligación, coño. No, si no quieres, pues nada. Vale. Te cansas. Por qué no me llamaste ayer. No me agobies, anda. Quiere tener algo más. Pregunta que hacia dónde va todo esto. Hacia mal sitio si sigues así. No es como la idealizaste. Intentas cambiarla. No cambia. Intenta cambiarte. ¿Qué coño intenta? No voy a cambiar por ella. Llamadas de 5 minutos con te quiero automático al final. Se hacen eternas. Hay tensión. De la mala. Celos irracionales. Putos celos. Ojalá no hubiese celos. Discusión. Te grita con su mierda de voz aguda. Gilipollas. Puta. Imbécil. Zorra. Vete con tus amiguitas. Reconciliación. Polvo de. Unos días bien. Más discusión. Drama. Discusión por toda la ciudad. Peleas en baños. Droga. Borracheras. Gritos. Reproches. Cada uno por su lado. Conoces a otra mientras. Volvéis. Nota algo. Celos con razón. Putos celos. Déjame en paz. ¿Qué te tiene que importar a ti a quién me follo? Mierda de París. Piensas en la otra.  Sueñas con la otra. Idealizas a la otra. Piensas en la otra cuándo estás con ella. Las comparas. Comparaciones. Odiosas. Inevitables. Ella se convierte en la otra. Escribes sobre la nueva. Qué tiene ella que no tenga yo. Todo. Te lías con la otra. Total no tienes nada serio. Si lo tienes, coño. Se entera. Lo siento. Joder. Lo siento. No pretendía hacerte daño. Te quiero pero. No te merezco. No eres tú. Pero yo te quiero. No lo hagas más difícil. Huida. Te echo de menos. Adiós.

4.3.12

Marzo.

Insomnio se ha ido pero seguimos despiertos. Las iniciales se entrelazan en las cicatrices del antebrazo, la bañera medio llena de rojo desde aquel catorce, se refleja en mi cara como un Narciso en viceversa asustado de su reflejo, buscando en el fondo una razón para seguir mirando. Flotan botellas medio vacías con mensajes mezclados, en blanco y en color, de una y otra. Expectativa y Decepción o Soledad y Compañía, todas se han ido y solo queda Decisión, que esta noche quiere ponerse encima y por una vez ser ella la que me tome a mí, aunque yo nunca le deje y acabe follando con Sherezade, aumentando la lista de cosas que hacer para alargar la última noche, escuchando solamente susurros entre el ruido, a ritmo de empatía, echando a Prudencia de la cama, bailando tangos hasta el fin del mundo. De nuestro mundo. O hasta Abril.


28.2.12

Invierno.

Yo no te echo de menos pero. La cama está fría, Coruña está fría y no sabes lo pesadas que se ponen por la noche preguntando que cuándo vienes. Las toallas se niegan a secarme a mí solo, el espejo del baño dice que estoy más feo desde que tú no haces el tonto desnuda a mi lado y el ventanal del salón echa de menos tus miradas. Las puertas no pueden vivir un segundo más sin tus portazos, mi espalda se ha acostumbrado a tus uñas y los gatos que no tengo maúllan por la noche a los gatos que tú no tienes. La estantería echa de menos tus libros y mis libros a tus prólogos. Las pelusas de debajo de la cama piden ver pies con uñas pintadas de vez en cuándo y las humedades del techo se sienten solas al ser las únicas que se producen. Este hueco de mi lado tiene tu forma y tu nombre, la almohada te nombra y las sábanas que te gustan todavía se ponen tu perfume en noches especiales. En noches como ésta, que coruña está fría, su cama está  fría, Coruña se queja y nos pide que volvamos con la pólvora.

Pero yo no te echo de menos.


24.2.12

Todos los caminos llevan a Ítaca.

Los muelles de la cama sonaban como grillos de conciencia. No botabas como ella, ni decías joder en el mismo tono, ni manejabas el arte de introducir suspiros entre respiraciones entrecortadas. Había cortes de cobertura, tú tan cerca y tan lejos, ella tan lejos y parecía que era la que estaba allí encima de mí entrando y saliendo, aunque sin salir nunca del todo en realidad. Podía ver su forma de recogerse el pelo, que no era la tuya, su sonrisa dibujada encima de tu cara, sin encajar ni un solo diente en la ecuación, podía ver su forma de mirar hacia arriba desde el suelo, sonreír y seguir, aunque tú mantuvieses los ojos cerrados todo el tiempo. Pinté de marrones tus azules mediocres, metí los dedos en el pelo en busca de rizos ausentes, porque no hacía más que respirar ausencia, su ausencia estaba en el aire, podía ver sus susurros en tus gritos, podía verla en cualquiera de tus vacíos aunque tú te empeñases en intentar llenarlos.

Al dormir, ni roncaste ni me diste calor excesivo, ni vueltas en la cama, ni pies fríos en las piernas para calentarte con puro egoísmo, tanta falta de imperfección me daba ganas de vomitar, hubiese pagado porque se te hubiese escapado un pedo, un eructo, un arrebato de irte en medio del polvo, un reírte de mi cara al correrme, un algo que te hiciese odiarte por un solo momento para que te pudiese amar en cualquier otro. A la mañana trajiste el desayuno a la cama y eso ya no lo pude soportar; quién eras para cocinar bien, sin tener que temer por el estado de mi cocina cada vez que la pisases, quién eras tú para no ponerle orégano a ese sandwich, quién eras tú para tener buen aliento recién despierta, quién eras tú para llenar de migas su cama, que no es mía ni de nadie más porque ninguna ha podido sobrevivir todavía a la comparación con la chica imperfecta de la decepción a primera vista. ¿Quién eras tú? No tengo ni idea, pero sí sé quién no eras y con eso me sirve.

23.2.12

Ítaca en llamas.

En el laberinto. Tú por un lado y yo por el otro. Por si no fuera lo bastante complicado con uno solo buscando y el otro en el centro. El centro cambiando de sitio a cada segundo. Ya no dos Penélopes, ahora dos Ulises. Los caminos cambiando cada día y las brújulas que indican nuestro camino al norte averiadas por vivir en un continuo Coruña. En las antípodas. Tú por un lado y yo por el otro. Escavando cada día nuestra parte de tierra con cucharilla de plata por no querer ensuciarnos las manos con la pala pero sin querer encontrarnos para no morir abrasados en el centro de la tierra. En un continuo buscar para no encontrar, como todo lo contrario que nosotros hacemos, porque en realidad nacimos en el centro e intentamos escavar para volver a encontrarnos en un lugar en el que el calor no nos mate, sucios de tierra hasta las orejas. Imperfectos pero factibles. Quizá moriríamos sin calor. Quizá nuestro sitio es el centro.

"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos a encontrarnos"

20.2.12

2 + 2 = 5

Empiezo a cansarme de este viaje continuo al futuro, planeo escapar de mí mismo para meterme en ti en un viaje de solo ida y conseguir parar el tiempo. Divago por el laberinto de la mano de una cuerda por si me arrepiento y quiero salir, pero para llegar al fondo tendré que soltarla. Al fondo del laberinto. Ella, el molde roto de la perfección, roto para que esos de ahí fuera nunca sospechen que ella es la perfecta y no esos ojos azules y caras simétricas que les dieron los genes, belleza común, belleza sin mérito, que a base de repetición os han convencido de que es la real. Ella es bella porque no lo intenta, ella es perfecta porque lo niega y su simetría es de cicatrices por haber recibido de los dos lados. Creer en ella era utopía. Creer en ella es nihilismo. Algún día creeré en ella. Algún día acabará el viaje.


16.2.12

Quizá.

Me he salido un momento del laberinto de inseguridades, máscaras y etiquetas, con la indiferencia como escudo y sin necesitar espada, me he escapado del diccionario para ir a verte, Señora Inefable, para intentar pillar el tren de esta oportunidad o dejar que me pase por encima de una vez, o quizá para arrancarte las pestañas y pedir un deseo por cada una que eche de mi dedo con un suspiro. Porque quizá en el universo que creemos las estrellas pidan deseos al vernos a nosotros suicidarnos, o no se pidan deseos, o la Santísima Trinidad se calcule con la fórmula del cateto y la hipotenusa. Quizá la ciencia no exista fuera de allí y no importe a qué velocidad se cae del árbol la manzana, ni quién le dio el primer mordisco a la roja, ni si Dios era en realidad la serpiente. Quizá el paraiso huela a Martini y palomitas y el infierno aún mejor, o la gente duerma en cunetas sobre un colchón de tiza en compañía de una silueta blanca, haciendo dedo intentando volver al laberinto de los conceptos y caminos definidos. Quizá tú y yo seamos laberinto y no queramos que ningún Teseo nos moleste o tú seas minotauro y yo aventurero griego rompeparedes sin paciencia para escoger camino ni concepto.

Delirios.

14.2.12

14F.

No quiero regalos. Me inventaré una alergia al chocolate, las flores y la gente arrodillada si es necesario, no quiero cajitas, arroz cayéndonos encima ni historias de naranjas mal cortadas y almas buscando al que murió durante el parto para encontrarle y convertirle en siamés. No quiero cepillos rosas en mi baño, ni violines, ni París ni Venecia, ni conocer tu ciudad ni a tus padres, no creo en castillos ni en princesas que necesiten besos para despertar, no quiero blandeces, no te adaptes a mí ni te erosiones con los choques, ni te enfades por la distancia de seguridad que querré de vez en cuando. Qué nuestras manos no encajen, qué mi hombro no te sea cómodo, qué odies cómo bailo, qué odies cómo escribo, qué te rías de cómo hago todo. No quiero saber el nombre de tus futuros hijos, ni que lleven mis apellidos y su padre lleve mi nombre. No quiero exclusividades, quiero alquiler con opción a compra nunca llevada a cabo, no quiero escribirte solo a ti, no quiero amores con complejo de jaula con los posesivos y el verbo tener como barrotes. No quiero obviedades, ni golpes de estado de ánimo algún 14F, quiero que vistas de rojo y negro todos los días del año menos hoy, que entiendas que nuestra relación si algún día es, será a tres, que no pienso abandonar a Soledad por ti, ni bailar Joy Division agarrados, ni acordarme de ti escuchando algún grupo romántico de los ochenta. Pero que tengas claro que si hay algo que quiero es a ti y a este puto miedo a tu potencial de cambiar todo lo antes dicho.


12.2.12

Hoy te he visto.

Hoy me has despertado bajo las sábanas como tú solo sabes y me has hecho el desayuno, pero no lo trajiste a la cama porque dices que se llena de migas y lo odias, me has leído ese libro con el que estás ahora, subrayando cada cosa que te recordaba a nosotros, mientras yo te apartaba el flequillo y te reías de cómo te miraba, me llamabas enamorado para picarme y metías un dedo en cada hoyuelo. Hemos comido juntos nosequé con orégano y yo he dicho que estaba rico antes de probarlo, te he atacado desde atrás mientras lavabas los platos de todo el mes y me llamabas vago, con el moño hecho, cantando y bailando algo de Morrisey con ese acentazo inglés de algún barrio de Madrid que no conozco. Te he visto de camino a clase, nos cruzamos en el ascensor y hablamos sobre el tiempo que hacía que no hablábamos, mirándonos en los dos espejos parlantes, tardando media hora en darle al botón que nos bajase a la realidad, con los vecinos protestando por tener que bajar a ella todos los días por la escalera y la limpiadora desesperada intentando sacarle brillo barnizándola con idealización y agotando el limpiadecepciones. 

Me has cantado por el camino todo el repertorio de mi Ipod al oído, pasando por todos los volúmenes e intensidades, desde Feist hasta Alice, por el medio algún grupo español modernito con el "dejarse llevar" entre lineas mientras yo solo te repito el "when you coming home" de Robert y que hace frío ahí fuera pero calor aquí dentro y que con eso debería ser suficiente. Te has sentado a mi lado en el bus en el que solo iba yo montado, te quejaste de que la ruta no fuese a ninguna parte y al bajarme te he encontrado en la parada y nos dimos el abrazo nervioso de la primera vez. Me cogiste de la mano. Apretón. Beso. Apretón. Sonrisa. Apretón. Carrera para llegar a clase. Y ahí estabas tú ya, en una esquina del taller, en mi esquina del taller, dónde te conté que leí aquello, o dónde otras veces me he escapado para llamarte por teléfono. Lluvia de camino a casa y al llegar me estabas esperando en la puerta para quitarme la ropa mojada, aunque fuera una excusa, porque me la habrías quitado también si estuviera seca, como rutina, como nuestras benditas monotonías no obligadas, de hacer la comida y acabar comiéndola fría o de no comer en todo el día volviéndonos autótrofos viviendo de respirarnos como alguna de esas cosas que me cuentas que ves por el microscopio mientras yo asiento como si entendiera algo. Como si entendieramos algo de todo esto, porque llego a esta cama y tú no estás, pero todavía huele a ti, incluso sin tú haber estado aquí en todo el día ni en meses... pero joder niña, hoy te he visto y seguías igual de imperfecta que el primer día que me enamoraste y dejaste el olor por todo Coruña, por todo, coruña.

5.2.12

Mayestáticamente.

Mi inocencia murió. Todos los gusanos que se comieron su cadáver se han fusionado y se han vuelto solitaria para meterse en mi estomago y devorarme desde dentro, empezando por los otros sentimientos cercanos a ella. Murió dignamente en unos columpios, poéticamente sin querer, en unos columpios desconocidos para ser más especifico, de una ciudad desconocida y en un yo desconocido abandonado en la nada por alguien que fue alguien. Pero todo está bien, se puede vivir sin ella, no es oxígeno, no es sangre, no es amor, solo es un peso que te hace caer más rápidamente en la caída que significa enamorarse en inglés. Por ahora, me mantengo saltando de nube en nube y desde aquí todo el resto parecen hormigas, tan pequeñas en comparación... que son odiosas, pero más nos odian ellas a nosotros y nos devuelven todo el odio con la ayuda de sus amigas las realidades, en forma de hostia, en forma de ella no es ella y como aún falta tiempo para que la nube sea habitable, calcularemos cómo hacer que la caída dure lo más posible y quemaremos hormigas con la lupa de la decepción mientras tanto, aunque las hormigas no tengan ninguna culpa, pero así somos los culpables sin inocencia.

3.2.12

Entre lineas.

Y ahí estoy yo, sentado contra la pared de mi habitación, leyendo a las cuatro de la mañana, con los brazos cansados de entrenar y respirando el olor a marihuana que sale de mi chaqueta mojada, tirada en el suelo en cuanto llegué de la calle. Ella duerme. Todas ellas duermen. Yo ni siquiera leo lo qué Cortázar se esforzó en pensar y algún editor en imprimir, hay demasiado ruido en mi cabeza para eso, simplemente meto los problemas del día o del mes entre las lineas y los leo con calma. Veo la cara de mi padre entre la historia del hombre que vomita conejitos y discutimos, aquella solución con la que no di en el examen se me aparece en Instrucciones para subir una escalera, facturas bajo Telegramas y entre la cocina y la habitación de la Casa tomada me encuentro con aquella chica y me pregunta por qué hice aquello. Ella despierta.

-¿Qué haces?

En ese momento hay más poesía en ella que en cualquier libro escrito por cualquiera, con todo el respeto a quien tenga que tenérselo, que él seguro que me daría la razón. En la camiseta blanca de tiras que usa para dormir, en el pelo rizoliso desordenado por la almohada, en sus ojeras a medio hacer, en la forma en la que se acerca y apoya su cabeza en mi hombro y sin palabras, solo con unos leves empujoncitos con la frente dice: "Ven a la cama, tonto" inventando su propio lenguaje morse con rizos y legañas, ojeras y bostezos y ese beso de recién despierta con mal aliento que me hace tirar el libro al suelo y que los problemas desaparezcan de entre las lineas de golpe, para huir a nosédonde y volver cuando ella no esté para echarlos.

31.1.12

Si y no.

Amor de Schrödinger. Viviendo y muriendo. Sino descompuesto. 
Uno con el otro. Indecisión. Uno contra el otro.
Dos Penelopes esperando a que el otro se convierta en Ulises. 
Irracionalidad hecha nosotros. Dado con 2 caras tristes y alegres. Tambalearse en el puente. Decidir si empujar al otro o tirarnos. 
Tira y afloja. Caigamos. No me dejes caer solo. 
Apriétame la mano. Suéltame. 
Vete. Ven. No vuelvas. A irte.


29.1.12

Enamorado del error.

En el momento en el que Cortázar habló por primera vez de La Maga me di cuenta de que Z. no era nada de aquello, era demasiado perfecta. (...) pero yo no estaba borrando, estaba escribiendo encima y se leía perfectamente que lo que había escrito antes era mejor, pero si borraba, borraba todo. Todo hubiese sido perfecto con Z. si yo no estuviese ya enamorado de A., si no estuviese ya enamorado del error, del "no deberías", de lo tachado, del borrón. No se me daba bien tratar con chicas perfectas, no se me daba bien dormir sin preocupaciones mas de dos días seguidos ni estar sin un polvo de reconciliación una semana entera, mi espalda necesitaba arañazos para poder ponerle tiritas más tarde, necesitaba tener que tener siempre una toalla a mano para limpiarme las lagrimas y las corridas, intensidad joder... no quería ni pedía un yate, quería un bote hecho con cuatro maderas mal atadas y tener que luchar cada noche contra la tormenta y las olas. Yo transformaba piedras en estatuas, no estatuas en estatuas y A. era una piedra y Z, una estatua.

Esto es un extracto de Dejavu, la tercera parte de aquella historia de Septiembre que nunca llegó a publicarse y que algún día saldrá.

25.1.12

Demanda de ella.

Dónde estás. Dónde está tu cuerpo imperfecto del que te sientes orgullosa sin tener que gritarlo. Dónde está tu sonrisa imperfecta porque el aparato te molestaba y te lo quitaste al tercer día de tenerlo puesto. Dónde están todas tus fotos en las que sales fea y no te importa, porque sonríes más sacándolas que saliendo en ellas. La música que escuchas, de la que me río para hacerte rabiar pero escucho luego a escondidas, tus uñas rotas y a medio pintar porque te las muerdes y yo te regaño cogiéndote de las manos y poniéndomelas alrededor del cuello. Dónde están tus celos irracionales y tu forma de llamar zorras a todas y cabrón a mí, sin ninguna razón. Tu leerme al oído, riéndote de mi forma de pronunciar el inglés y avergonzándote de tu francés. Tus tonterías por la calle, tus tonterías por casa, tus conversaciones escritas por Woody y recortadas por Cortázar. Tus libros subrayados y tus notas de amor en los míos. Tu mala letra. Tu ponerte lo primero que pilles, tu bailar recién salida de la ducha con una toalla de vestido y pies descalzos como tacones, orgullosa de ser tan bajita y rabiando cada vez que te lo llamo. Tu cabezonería. Tus "idiota". Tus textos que no publicas y solamente leo yo, tu forma de revisar los míos antes de publicarlos. Tu forma de huir cada vez que se habla de compromiso. Mis huidas, tus huidas. Mis poemas, tus poemas. Nuestras discusiones, nuestras películas, nuestros días sin comer, nuestros días sin dormir... 

"No, no quiero una novia. La quiero a ella."


Un año después, mi versión del "Demanda de él" de la chica nubosa de las nanas.

19.1.12

Sin destinatario.

Tiembla el papel en el que te escribo, por el viento, porque conoce los nervios detrás de cada palabra o porque el tembleque se contagia de la mano al bolígrafo y del bolígrafo al papel. Te espero escondido para que me encuentres, estaré aquí todas las veces que no vengas y cuando la mentira se haga vida y vuelvas para decirme que me equivocaba, escucharemos juntos la canción que cante nuestro amor antes de morir, convertido en cisne. O no. Siempre el "o no". Esa incerteza que se convierte en autoengaño, ese 1% que separa lo seguro de lo inseguro, porque la seguridad solamente se da al 100%, porque si estás 99% seguro es que no lo estás, así que sé casi seguro que no volverás pero me agarro al 1% y a ese "casi" como a mi vida. Vuelve.

11.1.12

L.

Ella sonríe.
Y de repente todos los años de evolución, toda la selección natural, Darwin, Lamarck, los experimentos con guisantes, el paleolítico, el neolítico, la rueda, el fuego, la noche, el día, la caza, la pesca, la luz, Edison, la bombilla, el telégrafo, el teléfono, la paz, las guerras, las armas, las banderas blancas, la ropa, vestirse, desvestirse, desnudarse, la química, la física, Einstein, Picasso, la pintura, la escultura, la escritura, Hemingway, el mar, París, Cortázar, La Maga, la magia, los trucos, las trampas, ganar, perder, abandonar, jugar, participar, Zidane, el fútbol, Chamberlain, la pelota, el aro, la cancha, el césped, la marihuana, las drogas, las medicinas, los venenos, los libros, los bolígrafos, los pinceles, los lienzos, los silencios, los gritos, los susurros, las inspiraciones, las expiraciones, sístoles y diástoles, glóbulos y leucocitos, hígados y riñones, piernas y brazos, abrazos y patadas, puñetazos y caricias, Alicia y las maravillas, correr detrás del conejo blanco, las dudas, las certezas, el chocolate, la nata, la vainilla, ir al cine, ir al teatro, actuar, besar, lamer, llorar, reír, morir, vivir, la muerte, la vida…
todo… 
de repente tiene sentido.

9.1.12

Olvidar es de cobardes.

Olvidar es de cobardes. Los recuerdos corren a tu alrededor, te rodean, se acumulan, chocan contra ti y dependiendo de lo fuerte que seas tú o sean ellos, caerán ellos o tú. Tú caes y te recuperas. Ellos caen y los recuperas al tiempo, reconstruyendo fotos amarillentas como si fueran puzzles y después del rompecabezas te preguntas por qué olvidaste si en realidad eras feliz, pero sin nostalgia porque ahora también lo eres y sin tener que esforzarte en reconstruir tus pedazos, ni en recordar. Recordar es de valientes.


No me quieras.

La margarita no sabe no contesta, queda un para siempre escrito en la orilla del mar de dudas, el sol sale a bailar un chotis sin cintura que agarrar ni labios que le canten melodias al oido, el del espejo me da la espalda y suspiro para echar fuera esos vientos que bebí en mal estado en busca de inspiracion. Arrodillado te ofrezco un miedo al compromiso, dentro de la cajita del anillo hay un no me quieras, pues ya no sé querer y no pienso pagar contigo mis carencias.


Conversaciones.

El gato me cuenta que sueña con caer de espaldas,
que lleva seis suicidios y ya se cansa,
le digo que los humanos tenemos mas de siete vidas, 
que cada una empieza y acaba con una de ellas;
el problema son las vidas paralelas
que pueden acabar en muerte completa.
excepto cuando una de las vidas es mas fuerte
y cuando ella habla,
el resto de vidas mueren un rato 
y caen de espaldas en el olvido.

2011.

Ella era París, ella fue Valencia, ella es Coruña, ella era la mano apretada por la calle, ella era la que mataba clones, ella esperaba al principio del semáforo, ella creaba los sueños, ella era el sueño, ella me despertó. Ella era Summer, Celine, Adele, A. y Sophie. Ella era cómplice, ella era crimen. Ella me enseñó a escribir, ella me enseñó cómo escribir, ella quería aprender a escribir, ella quería verme escribir. Ella era nube, ella era Sol, ella era tormenta, ella es calma. Ella me habló del síndrome, ella cambió el nombre al síndrome. Ella huyó, ella quiso huir, ella se arrepintió de haber huído, ella me preguntó por qué huí. Ella me quiere en distintos tiempos verbales. Ella reventó el polígrafo, ella fue salvada, ella me salvó. Ella se enamoró, ella me enamoró en un día, ella no quiso enamorarme, ella me enamora cada día. Ellas tenian y tienen ojeras Ella puso punto final, ella puso punto y se apartó, ella pone puntos suspensivos. Ellas inspiraron y suspiraron. Ellas hicieron que dos palabras pasasen de difíciles de decir a imposibles de retener. Primavera, verano y otoño. Ellas fueron, ella es y ella será.  Ellas, ellas, ellas, todo hubiera sido distinto sin ellas.